En esta vida no existe la garantía de que no pasaremos por situaciones difíciles; independientemente de la condición social, nivel de estudios, edad, etc. Nadie está exento de enfermedades, accidentes y otras problemáticas cotidianas.
Claro que por nuestros propios esfuerzos podemos resolver algunas cosas, pero la capacidad humana tiene un límite, y cuando este es alcanzando, terminamos preocupándonos por el día de mañana y,
como consecuencia, rindiéndose ante la ansiedad.
Sin embargo, todos tenemos la oportunidad de adquirir la fuerza para mantenernos firmes ante cualquier percance: quien decide ser una persona verdadera, sincera y transparente con el Creador obtiene el derecho de volverse hijo de Dios y, por lo tanto, adquirir Su naturaleza divina. Siendo así, ¿cómo una persona nacida de Él, que es luz, será vencida por las tinieblas de este mundo?
Así, no solo tendrá la fuerza para mantenerse firme ante las injusticias, humillaciones y el sufrimiento, sino que también encontrará la felicidad verdadera al realizar la voluntad del Padre. Y verá reflejados en su propia vida los sueños de Dios, que son mayores a los que el mundo puede ofrecer.
